En
Río Muerto, donde la disponibilidad de agua de calidad es limitante, la empresa
Grupo Agros desarrolló un sistema con 120 hectáreas para captar ese recurso con
las lluvias.
RÍO MUERTO.- Lo dicen sin eufemismos, directo. Para
Luis Francisco Calvo, director de Grupo Agros, y Nahuel Ríos, gerente de
producción en un campo ubicado a 300 kilómetros de Resistencia, en el noroeste
de la provincia de Chaco, en las puertas de El Impenetrable, lo que están
haciendo en ese establecimiento es cultivo y cosecha de agua.
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El campo, de 13.600 hectáreas (de ellas, un 70%
está en producción, con 5000 hectáreas para ganadería y más de 3000 para
agricultura), es de Cabaña Chaco Pampa, de Grupo Agros. Se empezó a desarrollar
en 1998 con un planteo mixto agrícola-ganadero. Se inició con una ganadería de
cría con gatton panic. Sin embargo, la disponibilidad de agua de
calidad seguía siendo limitante. Para tratar de enfrentarla, empezaron a
construir enormes represas impermeabilizadas con geomembranas para captar el
agua de lluvia y utilizar pendientes naturales y caminos para que el agua se
dirigiera hacia esas represas.
Hicieron tres represas con una capacidad para
150.000 metros cúbicos, además de tanques australianos y un sistema de 50
kilómetros de cañerías para que el agua llegue hasta los distintos potreros. El
modelo permitía tener 3500 cabezas Braford en el campo. En 2009, en un año muy
seco aquí y en todo el país, se compraron además máquinas de ósmosis inversa
para realizar mezclas de agua salada con el agua de represa.
En el campo igual creían que podían hacer más.
Sucede que de una lluvia habitual, tomando como referencia una hectárea de ese
sistema con pendientes naturales y caminos, lo que terminaba después entrando a
las represas era entre el 5 y el 7% del agua caída. Es decir, una baja
eficiencia de cosecha de agua respecto de los milímetros caídos. El sistema de
colecta de agua era de 325.000 litros por hectárea por año y con eso alcanzaba
para dar de tomar a nueve vacas por hectárea año.
El campo estaba con una carga animal de 1,2 vaca
por hectárea/año en el período de lluvias, pero terminada esa temporada se
liquidaban categorías y se quedaba con una menor cantidad de cabezas para
enfrentar el invierno. "Seguíamos acotados por la disponibilidad de agua
para tener un ciclo completo. La carga la regulaba el agua y no el pasto. El
pasto sobraba pero no podíamos subir la carga por el agua. Por eso, dejamos de
orientarnos al agua de extracción y nos focalizamos en el agua de lluvia",
contó Calvo.
Si bien ya tenían las represas y el sistema
"natural" de las pendientes y caminos que llevaban el agua a las
represas, salieron a buscar alternativas que pudieran darle soporte a una ganadería
con más cabezas.
Fuente: Sección Campo. Por Fernando Bertello, La Nación- Sáb. 12/08
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